Regicidio

La batalla de San Romano de Paolo Uccello

Techos de lluvia reservada,
llamando a la calamidad
todas las veces que la corona
empalidezca de versos
y no hayan siervos para mandar.

Despidos a la altura de la gran torre
entre pañuelos cruentos
y escudos penetrados
por los subterfugios del futuro.

Todo ha de verse resquebrajado
como las sombras rotas
bajo la líne lucífera de mi historia
que se apaga.

Que se apaga.

Que se apaga.

Que se apaga
al final de interregno.

Rey

Vuestro reino
en querella entra
al extinguirse
el clamor del deseo
que en algún momento
fue la negrura del alma.


Retorna y retorna.




Mientras zancadillas
se escuchan por los pasillos
pidiéndole pavor
a las almas
en el que usted duerme
como levadura de madrugada.




Fuego y menos fuego.




Pesados trajes
al hombro de los aldeanos
como cintas acuñadas
a la dirección tomada
le da al cuello
forma de muerte.