...y tú me diste alas,
gravedad
para dormir a la lucidez
que galopaba mis dedos
y ponía en frenesí
mi aliento encarcelado
¡Viva la falta de cordura!
ingente y sin mesura
Acuarela urgida de llantos
para diluir sus colores
y darlos extasiados
por ti, corazón enmarañado.
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