Sólo cenizas

Mis sueños se han sumergido en un holocausto medio extraño
y no sé cuántas veces haya cumplido años
o haya amado a un vano suspiro de los cuerpos.

Quise detenerme a escalar entre arruga y arruga,
pero resbalé con el sudor de las noches frías.

Tuve miedo,tanto que quise dejar de escribir
para reservar ese impulso ciego
cuando me vea abrasado por el fuego fatuo.
Aquel día, no recuerdo cuál, sólo cenizas dejé.

La insurreción de la saliva

Los hálitos yacen esparcidos sobre la superficie yerma
Mientras debajo corro en la sudorosa piel desesperada
/Las horas vierten palabras afiladas/
Amanecerá pronto
(…)
Amanecerá muy pronto

Otrora de los cabellos despegan cuervos desplumados
Como huyendo de la cárcel de los epítetos
Y las oquedades húmedas de la razón
Surge así
ÉL

El delirio del delito pasional
Envuelto en la efervescencia de las carnes separadas

Por encima del vuelo de Íkarus

Insurrección de la saliva
Va
Más
Allá

Paladar del ego hambriento:
La madrugada anegada que cubre con la capa raída
Al receptor de neófitos
En versos
/Ver
Esos/

Esos poemas errantes
Por el camino que dejó
Una supernova herida

Regicidio

La batalla de San Romano de Paolo Uccello

Techos de lluvia reservada,
llamando a la calamidad
todas las veces que la corona
empalidezca de versos
y no hayan siervos para mandar.

Despidos a la altura de la gran torre
entre pañuelos cruentos
y escudos penetrados
por los subterfugios del futuro.

Todo ha de verse resquebrajado
como las sombras rotas
bajo la líne lucífera de mi historia
que se apaga.

Que se apaga.

Que se apaga.

Que se apaga
al final de interregno.

Rey

Vuestro reino
en querella entra
al extinguirse
el clamor del deseo
que en algún momento
fue la negrura del alma.


Retorna y retorna.




Mientras zancadillas
se escuchan por los pasillos
pidiéndole pavor
a las almas
en el que usted duerme
como levadura de madrugada.




Fuego y menos fuego.




Pesados trajes
al hombro de los aldeanos
como cintas acuñadas
a la dirección tomada
le da al cuello
forma de muerte.

Póquer

Es abierto
el mazo
y las cartas
comenzaron a parlotear…

¿Cómo luchar contra la abolición?


¿Cómo derribar el castillo?


¿Cómo fundir las joyas?

Paso al póquer
y que gane el que llegue
a las orillas
para ver caer la bandera
sobre escudos mojados.

Contra la caballería
dentro de las cadenas
aunque quede una sola pregunta:
¿adónde se fue el rey?
Foto: The King of Hearts - a la Warhol de Revo_1599

La corona y el tiempo

Marcas de dientes dorados
acompañan a las alas
sobre sus hombros agrietados.

La levadura arremolinada
señala el signo que le dejó
el pavor de las coronas.

Y por el camino
pequeñas rayas escarlata
bañan su lamento
al trono perdido.

Mientras por detrás

el tropel renuente
guijarros lanza
para combatirle al dolor.

Pero la capa ha de gastarse

si una reina ha sembrado en él
el olvido de ser.


¿Por qué dejar el torreón?

Allá, el alba para recoger huesos,
beber de la tierra
y comer del mar
aunque los siervos no perdonen.

Y los feudos se levanten
con espejos y aviones explosivos
a la par de las divisiones
y sus pies cansados.
Foto: King of sorrow de Sand Man / Flickr.com

Efebo Rey silente

Cuáles sendas abriría
para apaciguar la brava
lascividad del mecanismo
furtivo.

Si un retén pigmentado
con las fiebres del tiempo
se transforma en la gran muralla
de cantos pensantes
y recuerdos ominosos.

Y como gotas parlantes, a los veinte,
navegando en garúa bergante
voy hacia el torreón
del efebo Rey silente.
Foto: two boys, crown, new orleans, 2001 de Saint Roch / Flickr.com